The new US visa policy for Bangladeshi citizens announced in May 2023 has sparked intense discussions and debates in Bangladesh and has also attracted international media attention. Although the intention of the policy is clear, questions arise about the procedure for its implementation and its effectiveness in achieving the desired goal of protecting Bangladesh’s democratic institutions and freedom of expression.
Given that the visa policy to some extent follows previous measures, such as sanctions against the country’s elite force and its officials, many are wondering whether tougher measures will follow.
¿Qué dice la nueva política?
El objetivo de la nueva política de visados es apoyar unas elecciones justas en Bangladesh, así como a quienes intentan restaurar el sistema democrático. Las elecciones están previstas para enero de 2024. En virtud de esta nueva política, Estados Unidos podrá denegar visados a quienes obstruyan el proceso electoral en Bangladesh.
It is clearly indicated which measures should be considered as “obstacles” to the electoral process and which ones will be subjected to them. Election manipulation, intimidation of voters, the use of force to prevent people from exercising their right to freedom of association and assembly, and the use of measures to prevent political parties, voters, civil society or the media from spreading their views are listed as acts of obstruction. Those who will be covered by the new policy include current and former Bangladeshi officials, members of pro-government and opposition political parties, as well as members of law enforcement agencies, the judiciary and the security services.
El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, y el Subsecretario de Estado para Asuntos del Sur y Asia Central, Donald Lu, dejaron claro que esta política se aplica no sólo al gobierno y sus partidarios, sino también a la oposición. Según Lu, las restricciones se aplican también a quienes dan órdenes.
Implicaciones
Aunque el anuncio de esta política no se dirige abiertamente al gobierno, supone un claro rechazo a la afirmación de la primera ministra bangladeshí, Sheikh Hasina, de que en el país existe un entorno propicio para la celebración de elecciones libres y justas. Esta medida preventiva no es una medida punitiva, pero el amplio alcance de la política envía una advertencia a todos los relacionados con el proceso electoral.
El amplio alcance de la política demuestra que Washington intenta tratar con imparcialidad al régimen y a la oposición, pero también refleja la creciente desesperación en Washington sobre la gobernabilidad en Bangladesh.
¿Funcionará?
Bangladesh no es el primer país al que se imponen restricciones de visado estadounidenses para castigar a quienes ponen patas arriba el proceso democrático. Anteriormente, se impusieron restricciones de visado a personas de Nigeria, Somalia, Uganda, Nicaragua y Bielorrusia por socavar la democracia y los procesos electorales en virtud de diversas leyes. En la mayoría de los casos, estas medidas se adoptaron después de las elecciones. Hasta ahora, sin embargo, los éxitos han sido limitados, lo que plantea la cuestión de si esto tendrá efectos diferentes en Bangladesh.
La adopción de una medida de este tipo al menos siete meses antes de las elecciones en Bangladesh es una señal positiva, ya que Washington puede tomar medidas proactivas para evitar que esto ocurra, en lugar de tomar medidas a posteriori. Además, no está claro cómo la Embajada de EE.UU. en Dhaka clasificará y decidirá los asuntos que deben perseguirse e investigarse. Un ex diplomático estadounidense con muchos años de experiencia en la Embajada de EE.UU. describió esto como una "tarea de enormes proporciones para [un] puñado de personal".
A pesar de estas dificultades, el anuncio repercute en las personas relacionadas con el gobierno que desean visitar Estados Unidos en el futuro o que ya tienen familiares directos que viven allí. Sin duda, esta presión se dejará sentir entre las élites políticas y económicas de Bangladesh.
Mirando al futuro
Las restricciones estadounidenses a los visados no garantizarán por sí solas unas elecciones libres y justas ni restaurarán la democracia en Bangladesh. Sin embargo, la nueva política envía un mensaje claro y contundente tanto a Dhaka como a los aliados de Estados Unidos sobre el modo en que Washington está pensando en el posible curso de la política bangladeshí. En pocas palabras, señala la voluntad de actuar. El objetivo deseado de unas elecciones libres e inclusivas y la vuelta a la senda democrática requiere, por un lado, esfuerzos internacionales más concertados y, por otro, un compromiso político de los ciudadanos de Bangladesh, lo que exige una administración neutral.